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sábado, 24 de octubre de 2009

Análisis del juego Brutal Legend

Plataforma: Playstation 3
Editor: Electronic Arts
Desarrollador: Double Fine
Lanzamiento: 16/10/2009
Género: Aventura
Código PEGI: +18

La historia que precede a Brutal Legend es un camino tortuoso para Tim Schafer (el genio creativo que se esconde tras The Secret of Monkey Island , Grim Fandango o el incomprendido Psychonauts) y su equipo de desarrollo, Double Fine. Es triste pensar cómo un juego con las virtudes que ostenta el que nos ocupa estuvo a punto de no llegar a ver la luz, mientras el mercado recibe continuaciones insulsas, copias de copias de viejas fórmulas y descarados insultos a la inteligencia del consumidor (no hablaremos, por tanto, de los que, además, venden bastante).

En cierto modo, quienes han ido siguiendo el progreso del juego durante sus desarrollo estarán, posiblemente, muy abiertos a subirlo a un pedestal; a eso ayuda también, por supuesto, quien firma el título. No vamos a engañarnos: es un juego sobresaliente, con altibajos en algunos aspectos, y una propuesta que -como pasó con Psychonauts- posiblemente no cuaje entre parte del público, pero sus virtudes están ahí, y la temática, ambientación y completísima localización a nuestro idioma, con la voz de Santiago Segura para el protagonista (Jack Black es el actor de la versión original en inglés) le ayudarán a abrirse hueco.

Por supuesto, su principal virtud reside en la originalidad, inventiva y buen hacer que han inyectado en su desarrollo, así como su buen hacer a la hora de reunir bajo un único formato diversos estilos jugables en la mayor parte de las situaciones, evitando que el juego despida un siempre molesto olor a pastiche mal preparado. La temática del juego gira, principalmente, en torno al heavy-metal, pero que nadie se espere un tributo ni nada por el estilo: Brutal l Legend es tan respetuoso con esa música como Monkey Island con los piratas. Dicho de otra manera, el buen humor y los guiños son constantes, pero los fanáticos cerriles pueden darse un golpe bien fuerte si no aceptan que el juego va de buenrollismo. Claro que eso lo hace con una banda sonora a la altura de las circunstancias, enorme, con temas de –entre muchas otras- Dragonforce, Judas Priest, In Flames, Rob Zombie, Ozzy Osbourne y Tenacious D, por lo que la calidad musical está más que asegurada.

El protagonista es Eddie Riggs, un pipa que está de gira con la banda Kabbage Boy. Sin embargo, intentando salvar la actuación cuando uno de los músicos está a punto de caer desde gran altura... el pobre Riggs es aplastado por un cacho del atrezzo y acaba con su alma en un lugar que no es ni el cielo ni el infierno, sino la tierra del metal. Pero no es un fantasma, sigue vivo (siendo rescatado por una criatura casi divina, al menos a nivel metalero) y conoce a Ofelia, de la que queda prendado. A partir de aquí, en este mundo de fantasía, se desarrolla la historia de Brutal Legend, ofreciendo montones de aventuras y retos a Eddie que, en ocasiones, dejan patente que en el juego se esconde un buen trasfondo a nivel de guión, sin que éste llegue a interferir (por ejemplo, con abusivas cinemáticas) ni a regalarnos sesiones de moralina cortesía de monólogos introspectivos del protagonista, profundos como hoyos de golf. Y, sin embargo, lo cierto es que hay enjundia en todo el título, combinándose con puyas a estilos como el nu metal, hair metal, y demás variaciones del heavy metal clásico.

En un nivel superficial, la tierra del Metal ha caído bajo el dominio de un ser maligno, y Eddie es el escogido para volver a ponerlo todo en su sitio liderando la rebelión. Del mismo modo, a nivel superficial, en esencia nos encontraremos con una combinación de jugabilidades diferentes, siendo la dominante la de la acción. Lo cierto es que tiene un peso específico de consideración, y el juego funciona muy bien en este terreno, pero no es un God of War. Para la lucha, Eddie va más que equipado con su arma (un hacha de tamaño destacable) y, cómo no, la guitarra, con la que puede realizar solos que invocan ataques mágicos de gran contundencia. Los combates son abundantes, y están muy bien planteados.

Pero no todo es repartir mamporros a diestro y siniestro. Como habréis visto en el vídeo superior, se puede hacer un riff de guitarra que se ejecuta mediante una combinación jugable que nos recuerda tanto a Ocarina of Time como a Guitar Hero, pulsando los botones frontales del mando para tocar las notas, pero al ritmo que marca la barra que avanza por el pentagrama con lo que, en ese caso, se invoca un vehículo, que es también un elemento recurrente dentro de la línea jugable del título. Esto está muy vinculado a los elementos de aventura y exploración del juego, que es donde se integran otros elementos a menor escala, a través de las misiones secundarias que vayamos encontrando por los escenarios.

Asimismo, nos gustaría destacar la importancia del planteamiento estratégico en la concepción del juego. Sí, como suena. En algunos momentos, y no son marginales, habrá que tomar el papel de Doc Martins y comandar a las tropas contra los enemigos manejando unidades, como aficionados melenudos, moteros, etc. Los dos primeros conceptos (acción y aventura/exploración) son compatibles, eso lo tenemos claro todos, pero el tercero es quizás el más extraño y el que puede hacer que alguna ceja escéptica se haya levantado.

No podemos evitar sorprendernos ante la cohesión lograda en el concepto global dle juego, y cómo los elementos principales logran cuajar en una fórmula consistente, uniendo sus variantes de forma natural según progresa el juego, sin renunciar a ninguna en el camino. Por ejemplo, cuando nos encontramos con algunos personajes y hablamos con ellos, entramos en la vertiente estratégica, que, como habréis deducido, se parecen bastante a una suerte de concierto de proporciones épicas. En ocasiones se da un ligero fallo de diseño, y es que hay circunstancias condicionales para la consecución de la victoria que no son explícitas, como, por ejemplo, evitar que huyan los enemigos y no sólo derrotarlos. Si ganas, pero algunos escapan, no habrás conseguido la victoria.

Estas circunstancias son variables, y aportan mucha variedad, pero cuando no se detallan esos pequeños matices puede ser algo frustrante. También puede echarse en falta la aparición de un mapa que indique en pantalla de un solo vistazo la localización de las unidades, así como elementos visuales que faciliten la diferenciación entre los enemigos y nuestras unidades, del mismo modo que a veces es un poco complicado trabajar con ellas en detalle (algo que es consecuencia directa de las limitaciones impuestas por las palancas analógicas de los mandos de consola, frente al ratón de los ordenadores).

Este elemento estratégico en tiempo real funciona realmente bien en el modo multijugador, ofreciéndose a los jugadores la posibilidad de tomar parte por cualquiera de las tres facciones que aparecen en la historia del juego, con un máximo de ocho participantes en línea, en siete escenarios. El objetivo es destruir la base enemiga, y lo cierto es que es el multijugador que uno no se espera: sorprende, sí, pero lo hace gratamente.

El mundo del juego es bastante amplio, lo que fomenta movernos en vehículo a toda velocidad y los elementos de exploración, sobre todo si tenemos en cuenta que hay montañas de secretos por encontrar, acompañados de una ingente cantidad de contenidos desbloqueables. El estilo visual del mundo que recorremos es fantástico, inspirado en la obra de Frank Frazetta (pintor e ilustrador, que algunos recordarán por su visión de Conan, y que ha realizado, asimismo, obras como los pósters de varias películas, como Mad Max o, también, Hotel Paradiso), o carátulas como las del álbum fundacional de Wolfmother), aunque en ocasiones resultan un tanto desérticos.

Las misiones secundarias que se nos presentan presentan pocas variantes, por lo que muchas veces estaremos haciendo más o menos las mismas cosas, pero en diferentes puntos del escenario. Las que se salen de la norma resultan muy agradables, pero la verdad es que hubiésemos deseado contar con más variedad en su planteamiento; es algo extraño, dada la variedad del desarrollo general del juego que luego estas misiones secundarias sean repetitivas, pero así es. Por otro lado, los chistes, el guión que las precede y demás, están a grandísima altura.

Por otro lado, estas misiones adicionales son el principal punto de rejugabilidad del título, pues son la clave para conseguir el 100%, algo que difícilmente sucederá en nuestra primera partida. Al terminar, podemos volver al mundo del juego para ir completando misiones y explorar el terreno hasta conseguir la totalidad del porcentaje de objetivos y secretos. Hay bastantes, y precisamente por eso nos hubiese gustado contar con mayor variedad. Otro importante elemento para incitarnos a jugarlo más veces está en la autosuperación: Brutal Legend lleva un registro completo de todo lo que hacemos, con estadísticas muy detalladas que habrá que ir haciendo progresar para complacer a los dioses (como suena), por ejemplo, superando misiones secundarias, o haciendo tareas específicas.

Así pues, ir mejorando es un aspecto a tener en cuenta. Bueno, eso y la recompensas que podemos comprar con el dinero que consigamos: mejorar el vehículo, el hacha, la guitarra, conseguir nuevos movimientos de combate, personalizar el aspecto del coche... todo ello en la forja del Guardián del Metal, que interpreta en inglés Ozzy Osbourne. Por ejemplo, mejores cuerdas para la guitarra le dan más potencia.

La exploración de los entornos es agradable, del mismo modo que lo es repartir hachazos a diestro y siniestro, aunque tenemos una única pregunta: ¿por qué no salta Eddie? La jugabilidad, por supuesto, está diseñada de acuerdo a su inhabilidad para saltar, así que en la práctica jugable no la echamos en falta, pero como juego con elevadas dosis de acción, uno no puede evitar recordar otros títulos con ataques aéreos y elementos asociados; además de que siempre ayuda a aumentar la sensación de libertad y agilidad del personaje. Claro que conducir es muy atractivo, y en cuanto le hayamos hecho unos apaños al vehículo, resulta mucho más divertido moverse por ahí a volantazo que gastando suela.

A nivel visual, ya hemos dicho que algunos escenarios se perciben un poco vacíos, pero, por otro lado, el uso de la iluminación y las texturas consigue una estética tan marcada como atractiva, que se complementa con elementos iconográficos del mundo de la música. Esto se complementa con el diseño de personajes, que no descuida ni al secundario más insignificante, con un estilo cercano al de los cómics, utilizando texturas y colores buscando reforzar esa sensación, sin tantear en ningún momento la técnica del cel-shading. Le falta algo de potencia bruta a la hora de exprimir los circuitos de las consolas, pero el trabajo artístico es una maravilla. Además, no se ha descuidado ningún aspecto, y los menús del juego ya son, de por sí, todo un derroche de originalidad y buen hacer.

El aspecto sonoro del juego es indiscutible: una banda sonora, como apuntábamos antes, de órdago, y efectos especiales de contundencia, que se complementan con un doblaje de lujo, equiparable en calidad y sin complejos con el original, por lo que todo el público podrá disfrutarlo en español y aprovecharse no sólo de la calidad de los actores implicados, sino también de lo bien que se han resuelto algunos problemas de localización, preservando humor, chistes y gracietas.

Conclusiones

Brutal Legend es una experiencia de juego única por su combinación de factores: varios géneros jugables, mucha música de calidad, humor sin cortapisas, y un apartado artístico digno de mención hacen de éste uno de os títulos más sorprendentes en los últimos tiempos. Lo más gratificante es que plantea muchas cosas, y casi todas están mucho más que bien, y, lo que es mejor, ninguna está mal. Como todo juego que recoge y combina géneros, no consigue destacar como exponente en ninguno de esos campos, pero su cohesión y calidad global lo sitúan muy por encima de la media. Sin duda alguna, un título que complacerá a los jugadores, les sorprenderá y, sobre todo, les hará sonreír mientras Eddie Riggs combate a las peores encarnaciones del metal.

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