Esta semana he tenido la oportunidad de echar unas cuantas partidas a Left 4 Dead, un nuevo juego de Valve ambientado en una ciudad que ha sido infestada por zombies. Una historia que, a pesar de abusar de docenas de tópicos de películas de serie B e incluso videojuegos que ya hemos visto, sirve para ponernos en situación en uno de los juegos más divertidos del momento, sobre todo si jugamos a través de Internet con unos amigos.
Más allá del aspecto gráfico, y del acierto de utilizar el motor Source (que lleva dando guerra desde Half Life 2) para dar más agilidad al juego a costa de no mostrar un aspecto de nueva generación, lo que realmente divierte de Left 4 Dead es el frenetismo del juego. Nos desplazaremos siempre en equipo, con varios compañeros que podrán ser controlados por la máquina o por otros jugadores a través de Internet que se unirán a la partida.
El objetivo es ir superando niveles y llegar de una pieza, al más puro estilo arcade, pero la gran baza del juego es la colaboración con los compañeros. Tendremos que salvarles cuando estén heridos, matando a los zombies que se le han echado encima y llevándolos a un lugar seguro para curarles. Cuando un compañero se esté recuperando o recargando, tendremos que cubrirle porque será vulnerable, y los zombies irán a por él. En todo momento tendremos que avanzar en grupo y no separarnos, porque tenemos pocas posibilidades de sobrevivir ante una horda de zombies que salen de la nada y se mueven como un enjambre de abejas en celo.
Left 4 Dead ha sido criticado por los fans por su precio y porque la gente considera que antaño sacaban cosas parecidas a las que se les llamaba "mods" (como Counter Strike). Sin embargo, tiene el carisma suficiente para ser considerado un juego totalmente nuevo, y un trabajo detrás con Source digno de mención. Los gráficos de este motor se han llevado al máximo (no tanto en Xbox 360 como en PC) para recrear fielmente los efectos de luces y sombras, que tanto ayudan a generar ese clima de tensión ante un ataque inminente.